El texto de un autor como productor es uno de los textos que menos me ha interesado de W. Benjamin, debido a que siento que el abordaje es un tanto dogmático, direccionado, pero aun así sigo sintiendo que lo que dice tiene sentido y que es necesario tomar el texto con cierto cuestionamiento y duda, para poder plantear el asunto del autor y la producción no desde un lugar panfletario, sino desde la verdadera complejidad que implica entender las formas de producción en el capitalismo y cómo los artistas se insertan en estas o no.
Para hablar de este texto, es necesario para mi hablar sobre la producción del sistema capitalista según Marx:




















































para Marx la base de todo sistema está estructurada de por: la Estructura y la superestructura, para las transformaciones del sistema es necesario transformar la estructura del sistema.

Benjamin señala que la pregunta que usualmente se emplea ¿Cuál es la relación de una obra con respecto a las relaciones de producción de una época? y plantea que es más pertinente plantear: ¿Cuál es su posición dentro de ella? desde este planteamiento marxista, Benjamin señala que así es posible entender la forma de producción literario de una época (esto sería, a partir de su posición en la estructura del sistema es posible entender una forma de producción de la superestructura), esta sería la forma en que se posibilita realizar un análisis social y superar la discusión entre forma y contenido.

A partir de esto Benjamin realiza un análisis a situaciones puntuales de los artistas y sus formas de producción, habla de la producción de Sergei Tretiakov y señala que su trabajo tiene en cuenta las realidades técnicas de su situación actual, es decir, tiene una relación con los acontecimientos sociales y políticos de su sociedad.
La producción no debe de estar limitada a una única forma de producción, que en este caso es la burguesa, en la que existe una distancia entre el autor y el público, pero que Benjamin señala que esta distancia en la prensa rusa desaparece y que el público es capaz de convertirse también en autor.

Aquí nacen mis diferencias con este texto de Benjamin, como no conozco la obra por completo de Tretiakov, voy a hablar de uno de los proyectos de lo que era parte, la revista LEF (Frentes de Izquierda de Arte), las publicaciones de LEF estaban conectadas con la estructura y la forma de producción de su contexto político, ahora bien, las publicaciones de dicha revista estaban al servicio de la revolución rusa, ya que sus integrantes compartían dicha visión, pero en ellas no existe aquel cuestionamiento que Benjamin exige en las sociedades capitalistas. ¿Dónde quedan los cuestionamientos a las estructuras sociales? ¿Donde se publican las discrepancias de aquella revolución desde el arte pese a ser parte, y estar de acuerdo con la misma revolución? Mi mayor problema con esto es que quizás, desde este planteamiento no veo la complejidad del pensamiento artístico en relación a las propias formas de producción.


Por otra parte concuerdo con Benjamin cuando habla de los la producción de los intelectuales (en este caso el plante el ejemplo de la revista Aktivismus), por más que su trabajo tenga una tendencia política ideológica y no como productor, su trabajo será para Benjamin reaccionario, cuando desde la producción no hay un rechazo, la creación se vuelve una afirmación de las formas de producción del poder, porque no hay un cuestionamiento de su propia existencia, ni de clase. Esto es lo que Benjamin llama “la nueva objetividad” y señala: “Abastecer un aparato de producción, sin transformarlo en la medida de lo posible, es un procedimiento sumamente impugnable incluso cuando los materiales con que se le abastece parecen ser de naturaleza revolucionaria”
Define a quienes tienen esta forma de producción como “rutineros”, que serían quienes no son capaces de subvertir e innovar en el aparato de producción. (en esta definición Benjamin habla de que debe de cuestionarse a las clases dominantes y ser favorables al socialismo. Para mí esto es entendible en el contexto de Benjamin, pero incluso siendo una seguidora de Benjamin y el Marxismo, me resulta compleja esta afirmación, este punto como en el que realizo la crítica del LEF, quisiera desarrollarlo más adelante),
En este sentido, suscribo con la cita del propio Benjamin a sí mismo: “Esta intelectualidad izquierdista no tiene nada que ver con el movimiento obrero. Es más bien, como fenómeno de descomposición burguesa, el equivalente de aquella corriente imitadora de lo feudal, que admiraba al imperio en la figura del teniente de reserva. Los escritores izquierdistas del tipo de Kaestner, W. Mehring o Tucholsky resultan de la imitación de lo proletario por parte de las capas burguesas en decadencia. Su función es: en lo político, formar capillas y no partidos; en lo literario, crear modas y no escuelas; en lo económico, preparar servidores y no productores. Servidores o rutineros, que hacen gran ostentación de su pobreza y convierten al vacío total en motivo de fiesta. En verdad que es la mejor manera de instalarse cómodamente en una situación incómoda”.

Benjamin, encuentro más tensiones con su pensamiento: para Benjamin es necesario que el autor no debe de limitarse al plano propagandístico y que la tendencia por sí sola, no es suficiente para la condición organizadora de la obra. La obra exige que el autor tenga la capacidad de “orientar e instruir”
Este es otro de los puntos de tensión que encuentro con el texto de Benjamin, tanto como su defensa a las producciones soviéticas, la noción de “ser favorables al socialismo”, y la de “orientar e instruir” son problemáticas porque conllevan a una tendencia, y que hoy en día, estar en una tendencia sin tener la capacidad de cuestionar resulta complejo, por ejemplo: defender el socialismo hoy en día, implicaría defender procesos “revolucionarios” que han generado mayores condiciones de explotación.
Por otra parte no siento que el artista/ autor/ productor, debe de instruir u orientar, los procesos de pensamiento del espectador no es algo que deba de estar en mi control, lo que una obra ofrezca al espectador o lector es un planteamiento, en el que, estoy de acuerdo, se deben de cuestionar las relaciones de poder, pero que más allá de ese cuestionamiento no tendría porqué dirigir hacia un único pensamiento político.
En este sentido complemento este texto y siento que en esta misma línea, y con más resuene en mí tiene Ranciére en su libro “El espectador emancipado”, realizo la cita explícita del texto porque define de manera muy clara la idea:
“Hay una política de la estética en el sentido en que las formas nuevas de circulación de la palabra, de exposición de lo visible y de producción de los afectos determinan capacidades nuevas, en ruptura con la antigua configuración de lo posible. Hay así una política del arte, que precede a la política de los artistas, una política del arte como recorte singular de los objetos de experiencia común, que opera por sí misma, independientemente de los anhelos que puedan tener los artistas de servir a tal o cual causa. (....) Lo que se llama política del arte es por ende el entrelazamiento de lógicas heterogéneas. Está, para empezar, aquello que se puede llamar la “política de la estética”, es decir, el efecto, en el campo político, de formas de estructuración de la experiencia sensible propias de un régimen del arte.”
Para mí la creación de una obra desde sus formas de producción deben de contraponerse a las formas de producción de un sistema de dominación, y la política que lo vertebre no debe de estar direccionada hacia una tendencia, sino más bien hacia una complejización de la realidad, hacia la construcción de otras posibilidades de relacionarnos, no pensando que esto es una abstracción, sino más bien una posibilidad de seguir creando(nos) desde otros campos de producción.
REVISTA LEF Y PUBLICACIONES